En el mundo moderno, actual, se ha estudiado más que de sobra el comportamiento de una empresa a la hora de conseguir la mayor de las rentabilidades, ya que no es más que eso el objetivo del negocio. Pensar otra cosa es caer en un error fatal, y esto afectará a la relación que se tenga con cualquier empresa.
Muy al contrario de lo que la gente piensa, abrir un negocio no es cosa fácil, y mantenerlo mucho menos, en más mentes de las que es sano contar existe la creencia de que la empresa está ahí para dar trabajo mientras que el trabajador la levanta con su sudor, y no nos equivoquemos, en parte es verdad. Pero lejos de la concepción de que un grupo de personas se unen para generar casi espontáneamente una superestructura empresarial capaz de ofrecer cada vez más y más puestos de trabajo o mejoras laborales, está la realidad, en la que una persona se ha jugado hasta su futuro para conseguir un trabajo que le reporte más de lo que lo haría otro, para ello normalmente habrá hipotecado la casa que comparte con su pareja, habrá dilapidado la mayor parte de su tiempo libre y probablemente sacrificará buena parte de la presencia que debería dedicar a su familia. El empresario, hace estos sacrificios en su vida para crear una empresa, y aunque hay diferentes modelos en la creación de estas, unos requieren más sacrificios que otros obviamente, lo común es lo que describía anteriormente.
Una vez se constituye una empresa, hay que alimentarla, y esto se hace produciendo algo, ya sea un bien o un servicio, y éste se lanzará al mercado para cambiarlo por un dinero, pero es necesario hacerse un hueco donde tus rivales no puedan amenazar tus ingresos, ¿cómo?, pues ahí está el quid de la cuestión, pues existe unas limitadas formas de hacerlo, más bien tres, y según se haga se puede entender más y mejor la personalidad de la empresa donde trabajas.
Las tres formas son las siguientes:
Calidad.
Precio.
Volumen.
Competir por calidad es algo que hacen realmente pocos, es una mentalidad que suele estar ligada a marcas que conocemos como de lujo en el caso de los productos, para los servicios es más complicado, pero viene a ser parecido. Las empresas que llegan a poder competir por calidad suelen haber pasado antes por otros estándares de competencia, habrán tenido que actualizarse, formarse, habrán tenido que crear una cultura de marca, cosa que no es fácil, ni barata en el ámbito de la calidad… son muchas cosas las que la empresa habrá pasado hasta este punto, pensemos que, si trabajamos en una empresa como ésta, estaremos en una entre un millón.
Normalmente estas empresas se preocuparán de que todo lo que implica el desarrollo de su producto o servicio esté bien cuidado, o al menos, cuidado a secas, no olvidemos que es una empresa formada y evolucionada.
Es posible que te encuentres trabajando y pienses: “en mi empresa el discurso de mis jefes es que somos los mejores como marca, incluso lo pone en nuestro eslogan, pero en mi empresa hay un gran malestar laboral, los jefes gritan, cobramos poco, y estamos deseando salir corriendo de la empresa”. Pues entonces es que te están engañando, tu empresa no es una capaz de competir por calidad, quizá quiera hacerlo, probable que hasta tenga un buen producto, pero seguro que no tiene los conocimientos y/o herramientas necesarias para llevar a buen puerto un proyecto así, y por eso se frustran tus jefes y se enfadan, y jefes enfados es plantilla descontenta, irremediablemente.
Si lo que ha ocurrido es lo que decíamos anteriormente en ese hipotético pensamiento, es que nuestra empresa compite por volumen o por precio, pero no quiere decir que las empresas que compiten de estas formas sean siempre así, ni mucho menos, quiero decir que cuando una empresa no encuentra su lugar, o no consigue adaptarse al rumbo que los directivos quieren para ella, en el caso especial de la competencia por calidad, suele tornarse a un malestar general dentro de la misma. Caso muy distinto es cuando aceptas de buen grado tus características como empresa y desarrollas tu negocio con alguna de las alternativas.
Competir por precio todos sabemos lo que es, o por lo menos nos lo imaginamos. La empresa que compite por precio suele tener una estructura interna de costes, lo que abarca a los trabajadores. Pueden ser empresas de muchísimo éxito, pero no esperes en ellas cobrar un buen salario, claro está, salvo que consigas un buen puesto. En estas empresas el ambiente laboral puede ser bueno, de hecho cuanto más formada esté la empresa mejores departamentos de recursos humanos tendrán, y más dedicación habrá a la mejora de las relaciones entre empresa y empleados, o entre empleados y otros empleados, ya que de alguna manera tendrán que contrarrestar el desánimo que producen los bajos salarios, e insisto, no busques que cambien la cafetera cada año, o un plus por la producción, o una subida de sueldo anual, o que los puestos de trabajo estén a la última.
Si sabemos que trabajamos en una empresa cuyo producto o servicio compite por precio, y aceptamos las características de estas empresas no nos frustramos como empleados, pero si lo que quieres es otra cosa para tu vida laboral, mira bien esta característica, porque puede que prefieras trabajar en una empresa con otra política, como por ejemplo el tercer caso, aquellas empresas que compiten por volumen.
Una empresa que compite en el mercado por volumen es la que su forma de mantenerse en el mercado es inundándolo de su producto, no necesariamente será mejor ni más barato que ninguno, o sí, pero su política será la de más y más vendido es mercado asumido. La rima me la he inventado, pero representa bastante bien la idea que quiero transmitir, ya que es necesario para comprender cómo puede comportarse esta empresa de cara a sus trabajadores. Será una empresa orientada a la producción, primando esta característica de diferentes formas, o bien con ambiente laboral bien cuidado, o con instalaciones extremadamente orientadas al bienestar de los trabajadores o con salarios más altos o complementados por producción, pero aunque suene bonito, por lo menos más bonito que otras opciones, no nos olvidemos de que si una empresa invierte en que tú produzcas lo que espera es que le correspondas con producción, y si eres una persona especialmente capaz para desarrollar mucho trabajo en poco tiempo, esta es tu empresa, pero si no lo eres, tendrás que dedicar muchas más horas de las que puede que estés dispuesto a entregar a tu empresa.
Estos son los tipos de empresas en las que puedes trabajar, y conocerlos puede serte de mucha ayuda a la hora de buscar trabajo, o simplemente de entender por dónde te mueves a nivel laboral, cosa que viene muy bien para desarrollarte como trabajador.
No olvides que no hay empresas malas, sino más bien, mal dirigidas, y por lo tanto frustradas, trata de ser realista a la hora de evaluar tu situación laboral y de alinearte con tus aspiraciones, tanto como debes ser comprensivo con quienes cada día se juegan todo por su empresa, y así podrás tomar decisiones respecto a tu trabajo, realmente adecuadas para ti, lo que se transformará en una actitud más positiva en tu trabajo, y por lo tanto te hará la vida más fácil y feliz.