Responsabilidad versus implicación en una empresa

Cómo entender tu entorno laboral según los tipos de compañeros.

La responsabilidad en una empresa es tan necesaria como estúpida de definir, es tan sencillo saberlo que no requiere ni medio pensamiento, es del empresario y de nadie más. Cómo cumpla éste con sus obligaciones laborales es de lo que depende el curso de esta, aunque esté influenciado por factores legislativos o de mercado, el hecho es que en un marco “normal” una empresa depende de las decisiones que tome el empresario. El peor cáncer de una empresa es que su responsable lance “balones fuera” como aquellos que puedan sonar a: mis empleados no dan palo al agua, o a: la culpa es del gobierno. Porque no es así, si no cambias los empleados es porque no quieres, y si realmente no puedes, pues mejor cierra el negocio, pero sin la necesidad de andar llorando a través de un mar de decadencia filosófico-económico-emocional porque la situación te sobrepasó, hay que pensar que eso no es justo para nadie.

Teniendo claro este tema, sabiendo que la responsabilidad de la dirección de la empresa es cosa del empresario, se puede atacar la responsabilidad funcional de esta, porque una vez que entramos en el punto de qué cosa tiene que hacer cada uno, pues es normal que cada tarea tenga ligada mínimamente una responsabilidad, y esta responsabilidad recaiga sobre un trabajador en particular, ya sea el jefe o un empleado.

Entonces creo que habría que definir qué tipos de jefe o empleado hay en cuanto a la situación de la exigibilidad de responsabilidad pueda haber. Yo lo veo de la siguiente forma:

Un trabajador cualquiera en una empresa puede dividirse en dos grupos, uno es el de los trabajadores asalariados y el otro el de los no asalariados, este último es el de los empresarios. Si se tratara la rama de los trabajadores asalariados, se podría decir, para definirlos de la forma más básica, que son los que trabajan o venden su fuerza de trabajo a cambio de una remuneración, sea cual sea, y es mejor dejar bien claro esto último, pues no siempre se cobra en dinero, o más bien no todo el salario, cobrar en especies o favores es una forma de complementar los sueldos muy buena, o mejor dicho muy conveniente, para ambas partes. Bien, dentro de los trabajadores asalariados, recordemos que son gente que trabaja por dinero más o menos, según el caso, y que además llevan implícitamente una responsabilidad, mínimo, sobre la realización de sus tareas dentro de la empresa, ahora bien, existe diferentes grados de exigibilidad en relación a estas tareas por parte del empresario, o la empresa misma, normalmente por definición de lo que hablábamos de la dirección de la empresa y demás, de las decisiones en la dirección o el rumbo de la misma, lo matizo porque es más que posible que se obvie la responsabilidad de lo que viene ahora, y es conveniente recordar que el empresario estaba ahí, y de él depende el rumbo de la empresa, y ello atañe al papel de los empleados y su implicación, que es lo que se va a tratar.

Bien, en cuanto al nivel de implicación de un trabajador en una empresa, podemos hablar de que existan entre tres y cuatro tipos de trabajador. Cuando no hay ninguna relación será el primer grupo, esta es una relación estrictamente comercial, como ya se dijo anteriormente, una fuerza de trabajo a cambio de un salario, este suele ser dinero. Una relación perfectamente definida, sin sustos en ningún sentido, ni lealtades más allá de las dictadas por el contrato, y en muchas ocasiones ni esas. En el momento que el empresario o el trabajador rompe alguna de las reglas de esta relación, ésta se convierte en otra cosa, o bien aparece la llamada implicación o se exige que aparezca, y, por tanto, deja de ser vigente el contrato que regula la relación entre empleador y empleado, y hablo de lo que sería el contrato emocional, no el legal. Quizá sea ésta última matización la cuestión básica de la relación de este tipo de empleado, cuando no coincide el contrato emocional con el contrato legal, es cuando esta figura se distorsiona o desaparece.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando aparece la implicación? La implicación crea dependencia, porque no es más que eso, una dependencia emocional, y en casi ningún caso una buena dependencia emocional, ya que es más común una viciada por cualquiera de las partes que una bien dirigida como ahora veremos.

Cuando aparece esta implicación y por tanto la dependencia emocional, hay que establecer la relación que pudiera tener el empleado con la empresa o el empresario, ya que dependiendo de cuál sea se definirán las reglas que regulan la relación entre ambos.

En primera instancia se encontrarán los trabajadores que no tenían ninguna relación con sus empleadores, pero, o se implicaron por sí mismos, o aceptaron la implicación que les exigió la empresa o el empresario más allá de lo que dictaba legalmente su contrato, ojo, no hablo de los que hagan horas extra, hablo de los que quitaron tiempo a su vida personal para dárselo a la empresa, que no es lo mismo, y este tema lo dejo para otro momento, pero así es. Estas personas habrán caído normalmente en la dependencia emocional más viciada y venenosa que hay. A menudo, piensan en la empresa como en un ser con vida, una especie de mascota a la que hay que alimentar a cada momento, pero también a la que hay que dirigir como si no supiera donde ir por sí misma. Aquí aparece un problema bastante interesante, ya que cuando nos encontramos con trabajadores de este tipo, suele ocurrir justo lo que parece, que la dirección de la empresa no es capaz de establecer un rumbo claro, y se genera un vacío que determinadas personas intentan cubrir con desequilibrios varios, esta situación es terriblemente peligrosa, pues desencadena un caos inmenso, y normalmente cuando hay más de una de estas personas en niveles de mando parecidos, genera una auténtica guerra dentro de la empresa. Ni qué decir tiene de las catastróficas consecuencias para la operatividad del negocio en esta situación. No obstante, existe la posibilidad de que esta dependencia emocional, no recaiga sobre la figura de la empresa, puede ser aun peor, puede crearse una dependencia personal entre el trabajador y el empresario, o simplemente sobre un compañero de trabajo, sea un jefe o no. Desde mi punto de vista esta es una situación bastante complicada, pues es donde aparecen las relaciones de abuso consentido, es tan siniestro como asqueroso, dos personas que cuando salen del negocio son lo mismo, dos seres humanos, se relacionan entre sí subyugando uno al otro, y qué es lo que queda después, cuando el subyugado llega a casa y se para frente a su pareja, o sus hijos, y tiene que pensar en qué hace cada día para ganarse la vida, sea consciente o no de lo que hay en el trasfondo de su relación con la empresa da igual, pues en el fondo lo sabrá, esto solo genera amargura, personas desequilibradas y generadoras de conflictos por su propia incapacidad para la realización personal y la valoración positiva de sí mismo.

Otro tipo de trabajador con una dependencia emocional ligada al negocio es aquel al que le une al empresario una relación de amistad. Ser empresario y tener un amigo entre la plantilla de la empresa, y no romper esa amistad con el tiempo, exactamente igual que en sentido contrario, tener a tu amigo como jefe, y no romper la relación de amistad con el tiempo, es terriblemente complicado, requiere de un nivel de madurez increíble en primer lugar, por una razón muy sencilla, un amigo te dice la verdad respecto a una situación, te guste más o te guste menos, y eso en cualquier caso de los que hablamos es peligrosísimo. Podemos imaginar que un empresario no esté demasiado congraciado con la manera en que su amigo se desenvuelve entre sus tareas y tenga que decírselo, pero cuidado, cada persona cuando realiza su trabajo cree que lo hace bien, así que tiene que hacer esto sin herir los sentimientos o el ego de su amigo, en sentido opuesto es exactamente igual, lo que no es igual son las consecuencias de que se rompa la relación de amistad entre los dos sujetos, pero la situación por la que tendrían que pasar dado el caso sí que es la misma. En este punto es donde entra la necesidad de equilibrio en cuanto a la relación, que por su propia naturaleza está más allá que la estrictamente legal, eso no es necesario explicarlo, y por tanto parte desde un punto de implicación fuerte por parte del trabajador, que normalmente entenderá que parte desde la lealtad hacia su amigo empresario, dándole tiempo, esfuerzo y una cantidad de responsabilidad desproporcionada con respecto a sus obligaciones normales, solo que esto lo hará a cambio de recibir junto a la parte económica de su salario algo más, querrá reconocimiento, trato preferente en mayor o menor medida, y querrá seguro que la lealtad sea recíproca, tal y como se entendería de un amigo. El problema de estas relaciones es la consecuencia, como he dicho antes de transgredir las reglas básicas que rigen la relación y finalmente ésta se rompa, se puede decir que es fácilmente quebrantable.

Ahora bien, en este contexto existe una figura cuya implicación supone una situación aún más compleja, es la del trabajador con relación familiar con la empresa o el empresario, pues da igual que sea entre empresario y trabajador que entre jefe y trabajador. Creo que se puede establecer dos formas de trabajador familiar, la primera es en una empresa estructurada y la otra en una desestructurada. ¿Por qué esta diferenciación?, pues por las consecuencias de cada acto del trabajador familiar y la responsabilidad que conlleva cada tarea, ya que no va a suponer en ningún caso lo mismo, según sea un tipo de empresa u otra.

Cuando hablamos de la empresa estructurada, entendemos que hay unas normas o reglas que definen mínimamente el estatus del trabajador familiar, de manera que cada persona en la empresa conozca cuales son los límites de la autoridad del trabajador familiar dentro de la empresa, esto no es porque el trabajador familiar pudiera atribuirse responsabilidades que no le correspondieran, que también puede ser, pero no creo que sea lo normal, es más bien por el caos que se genera entre los compañeros al no saber hasta donde han de rendir cuentas de sus responsabilidades, así como la situación al revés, es decir, que el trabajador familiar, por la implicación que se deriva de su situación con respecto al empresario, no sea capaz de determinar donde ha de cortar, donde dejar de asumir responsabilidades. Para la empresa estructurada es más fácil esta tarea, no obstante, siempre habrá una especie de reconocimiento hacia el trabajador familiar, así como generará una rivalidad entre los empleados más tóxicos, los trabajadores sin relación con el empresario e implicados, aun sin quererlo. Aunque ocurran estas situaciones derivadas de su mera presencia, el hecho de que la empresa esté estructurada, da la facilidad al trabajador familiar de decidir fácilmente si quiere formar parte de la compañía o no, tiene las herramientas a mano para saber si le compensa el salario, que además estará constituido en casi todos los casos por una parte económica y otra a base de favores. Uno de los hándicaps de los trabajadores familiares es que, para un reconocimiento mínimo de su trabajo, deben esforzarse el doble que cualquiera de sus compañeros, además claro esta de ofrecer a la organización una lealtad inquebrantable. La relación de familiaridad de este trabajador provoca que aguante muchas rupturas del contrato, ya sea legal o moral.

Por último, está el trabajador familiar de una empresa desestructurada, en este caso se convierte en una especie de sirviente para la empresa, debe dar ejemplo, cumplir con los horarios mejor que nadie, trabajar más por menos o nada de reconocimiento, asistir a aquellos compañeros que lo vean como jefe, y tratar de tener paz con los que se molestan por no saber qué son para ellos, estos trabajadores tienen sueldos de empleados pues no son jefes de nada, o más bajos que sus compañeros, esto lo hacen los jefes para demostrar que sigue habiendo una sola autoridad, aunque verbalmente se aliente a tratarlos de forma diferente. Todas estas situaciones hacen que el trabajador familiar asuma responsabilidades totalmente al margen del puesto de trabajo, ya sea por la propia implicación directa o porque el empresario crea que la implicación debe estar sujeta a la carga de responsabilidad, y en ambos casos esto es juzgado y dictaminado directamente por el empresario, el mismo que ha llevado a la empresa a una situación de caos laboral. Por experiencia, puedo constatar que es una situación totalmente agotadora, induce al desánimo en el trabajo y provoca estrés no solo al trabajador sino a todos los empleados.

 

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